EL MALDITO Y ÚNICO DIAMANTE HOPE

Figura siempre en los rankings de las gemas más importantes del mundo, ha sido inspiración para tramas de películas y novelas y atrae a unos seis millones de visitantes al año a su emplazamiento actual, el museo Smithsonian. Hablamos de la que seguramente sea la piedra preciosa más llamativa del mundo, no solo por ser bella o única sino por algo más importante y es que en cada uno de sus destellos alberga una historia fascinante. Dioses, maldiciones, reyes y tragedias aportan al nombre de esta gema un calificativo rotundo no comparable con ninguna otra, es el diamante HOPE, el diamante maldito.

Golconda, de donde es originaria esta piedra preciosa, era un reino situado en el suroeste de India, su fundación fue estrictamente estratégica ya que se erigió para proteger el conjunto de minas de diamantes más importante del mundo. El reino y sus tesoros fueron tan notables que aparecen referenciados en más de una ocasión en los relatos de las mil y una noches. Tanta fama y divulgación hacían de Golconda una ciudad constantemente asediada, sus grandes muros y torres protegieron a sus ciudadanos y tesoros durante unos 5 siglos de constantes luchas con sus vecinos y ejércitos que llegaban de as zonas más recónditas atraídos por el gran botín.

En algún momento situado en torno al siglo XII apareció un diamante singular, es muy común encontrar piedras del mejor blanco e incluso rosas, pero no azules. La piedra era tan especial que se diseñó una forma para relacionarla con los dioses y terminó siendo adorada en el culto a Shita ya que supuestamente esta piedra fue regalada por el dios Suria (dios del sol) a la diosa anteriormente nombrada. La piedra permaneció durante al menos tres siglos incrustada en el ojo de una estatua, siendo la prueba tangible de la existencia de sus divinidades (¿no les recuerda esto un poco a Indiana Jones y el templo perdido?). 

En el año 1666 un francés llamado Jean Baptiste Tavernier aparece en la India. Era un intrépido buscador de tesoros, heredero del gusto por recorrer el mundo de su padre que era cartógrafo, vendía sus hallazgos a la nobleza europea para financiar su siguiente travesía y contaba con la simpatía de varios monarcas europeos y orientales. Durante esta última expedición, seguramente rodeado de misterios y ocultismo le ofrecieron una piedra que cambiaría su vida. Era una piedra de un raro color para su género, grande ya que en ese momento contaba con 112 cts de peso. Suponemos que pasaría los rudimentarios controles para detectar si era auténtica y llamó tanto la atención de Tavernier que no dudo en adquirirla y documentar todo aquello que le pudieron contar en su diario. El diamante de la diosa Shita partió entonces a Europa con un nuevo custodio para continuar con una historia no menos fascinante que hasta ahora.

Tavernier estaba bien relacionado, la fama de sus objetos era conocida por todos lados, pero esta era una piedra muy especial, solamente un lugar del viejo continente era el emplazamiento idóneo para custodiarla(y uno de los pocos en poder pagarlo) y en 1668, a su regreso a París, la piedra fue vendida al rey LOUIS XIV de Francia, que aparte de admirar su belleza se quedó obnubilado con su historia. 
Para el rey Sol todo era una herramienta para simbolizar su grandeza, cuando adquirió la gema la bautizo como El Azul Francés y ordeno retallarla de tal forma que sus facetas traseras representaban un esquema estrellado que en contraste con la montura de oro amarillo hacia aparecerse un sol dentro del diamante, su emblema. También hizo extender las leyendas que conto Tavernier por toda Francia. Todos sabían que Louis tenía una piedra maldita y esto mandaba un claro mensaje, “No tengo miedo a nada”.

El diamante se usaba como colgante, pendiendo del típico lazo en oro al gusto de la época, esto facilitó que la preferida del rey, Madame de Montespan, pidiese el collar numerosas veces. Seguramente más debido a intrigas internas de la corte que al diamante en sí, Madame Montespan cayó en desgracia. Envuelta en un escándalo que mezclaba brujería, venenos y la muerte de la nueva favorita, el rey repudio a su antigua “amiga especial” por miedo a perder su reputación y al cabo del tiempo ella murió en extrañas circunstancias.
La caída de Louis en el frente de guerra se vio agravada por las penas privadas en la familia. Perdió a su hijo y heredero, dos de sus nietos, un bisnieto y unos cuantos familiares más casi simultáneamente.
Quizás la maldición del diamante azul francés parecía estar pasando factura a la familia de su excéntrico propietario.

La piedra pasa en testamento al futuro rey Louis XV, a la cual no hizo mucho caso, pero al tratarse de una gema emblemática para la monarquía la montó en el medallón de la orden del Toisón de Oro que usaría en alguna ocasión y siendo conocedor de su leyenda ni la ofreció ni la presto jamás. Luis XVI es quien devolvería a la piedra a un uso menos institucional como parte de los regalos el día de su boda con María Antonieta en 1770. (dato curioso: durante los festejos en Versalles mueren 132 invitados en un incendio producido por los fuegos artificiales). Todos somos conocedores a estas alturas de la ligereza de vida que los monarcas tenían y acostumbraban a lucirla constantemente riéndose de la maldición, y bueno, todos sabemos lo que el futuro les aguardaba.

Cuando la Revolución francesa cercenara las cabezas de Louis y María de Austria las joyas quedan expuestas a los ladrones que durante cuatro días se estuvieron colando en la cámara del tesoro. El diamante azul es robado por Cadet Guillot, que cargó con él hasta Londres donde intentó venderlo sin mucho éxito guardando el diamante en un lugar oculto.

Se sospecha que es adquirida en torno al 1820 por Jorge IV de Inglaterra, el cual ordena el engaste del diamante en su corona para el día de la coronación, y en menos de un mes fallece su esposa y pierde la cordura quedando recluido en el castillo de Windsor por serios trastornos mentales que le arrastran a una muerte poco esclarecida.

El siguiente en comprarla y de quien recibe su actual nombre es Henry Philip Hope, un banquero irlandés que se interesa por la fama de la piedra (ya existían artículos sobre la maldición del diamante que circulaban por todo el mundo). Este decide guardarla en una caja fuerte después de que pidiese el exorcismo por parte de un cardenal. Es heredada por su nieto quién regala el colgante a su mujer y que años más tarde declara que había perdido la increíble fortuna de su abuelo en los casinos. No les quedó más remedio que vender el Hope, fue abandonado por su mujer que se quedó con lo poco que tenían y al igual que Tavernier, murió arruinado en un hospicio.

El diamante entonces fue adquirido por el joyero Celot en una subasta, suicidándose al poco de vender el diamante al príncipe ruso Ivan Kanitwski. El mismo día que Iván le regaló el diamante a su amada también la mató a tiros.
Abdul Hamid II, rey de Turquía, regalo también el diamante a su esposa Saliha Naciye. Enloqueciendo desde ese día la apuñala repetidamente en una cena. Perdió del trono debido a los movimientos políticos y murió en una celda.
Los últimos propietarios del diamante no han estado exentos de la maldición. La entidad bancaria que se hizo cargo del diamante tras la revolución turca quebró misteriosamente después de venderlo al director del Washington Post. La mujer del magnate murió enferma, el hijo aplastado por un carruaje y decide venderlo desesperado a Cartier en 1910.

La firma francesa guardó la piedra en una cámara acorazada contratada en un banco, lejos de sus otras piedras, para que la maldición no se extendiera y solo es expuesta para la venta especial que organizaban a la señora Evelyn Mc Lean, quien usa el colgante que Cartier le diseñó para ella con total despreocupación.
Evelyn era una anfitriona de las mejores, dejaba que los invitados a sus fiestas se fotografiasen con el diamante como si fuese una atracción más y era habitual ver a su inmenso perro con el Hope al cuello. Poco tarda en llegar la maldición a la familia Mc Lean, un hijo atropellado, una hija muerta por sobredosis y 2 fallecimientos más hicieron que Mc Lean guardase al diamante azul durante 20 años en una caja fuerte tras exorcizarla de nuevo.

En 1949 Harry Winston adquirió el Hope, sacándola de la bóveda para pocas exposiciones junto a otros diamantes famosos. El mismo señor Winston contaba como que un día una clienta les visita de forma inesperada, era una famosa médium de la alta sociedad neoyorquina y a Harry le sorprendió con la piedra que guardó rápidamente por prudencia antes de que llegase su amiga al despacho. Sin mencionar que el diamante estaba en la habitación la médium advirtió de la mala energía y Harry decidió que era el momento de deshacerse del hope.
 

Harry Winston viajo con un maletín que solo contenía la montura y el diamante fue puesto en correos de forma ordinaria, “Es la mejor forma de mover piedras”, decía.
La última víctima de la maldición de Sita fue el repartidor que llevaba el paquete desde nueva york a Washington, murió tres días después de entregarlo, atropellado, su casa se incendió y su mujer murió de un infarto.

Hoy en día el diamante hope está valorado en unos 300 millones de dólares y solo ha sido lucido en nuestra época por la actriz Michelle Pfeiffer para una sesión de fotos promocionando las joyas del Smithsonian y parece que aquí es donde, de momento, termina la maldición, pues a la actriz le va estupendamente bien.

Alejandro Helios.
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