COLLARINES Y SOMBREROS; PELIGROS EN LOS SIGLOS XVIII y XIX

Si ya hemos hablado del peligro de la moda en el siglo XVIII y XIX para las mujeres como eran la crinolina y el arsénico en el caso de los vestidos, ahora toca el turno de los hombres, y es que los “Fashion Victims” de esta época, no sólo abanderaban lo último en moda, sino que literalmente se rendían muertos a los pies de la misma.

Uno de los principales peligros fueron los collarines rígidos, cuellos de camisas que se desprendían y de esta forma, los hombres no tenían que cambiarse de camisa todos los días. (¡Moda realmente higiénica donde las haya!)

El problema de estos collarines es que se almidonaban tanto que mantenían tal rigidez que podían cortar el flujo sanguíneo del cuello e incluso la arteria carótida.
Los caballeros iban a los clubes, tomaban un par de copas y se quedaban dormidos con la cabeza hacia delante, estos collarines obstaculizaban la tráquea y creaban la muerte por asfixia y apoplejía.

Por lo tanto, los caballeros se empezaron a dar cuenta que demasiado almidón en el collarín y la bebida era perjudiciales para la salud y empezaron a bajar el nivel de almidón en los cuellos de las camisas utilizando diferentes técnicas en el planchado que les permitió dar un mejor respiro.

Por otro lado, la utilización de mercurio en la realización de sombreros, ya que este se utilizaba en los fieltros de los mismos hizo que apareciese la enfermedad del “sombrerero loco”. Una enfermedad que creaba temblores, cambios de humos unidos a irritabilidad y felicidad desmedida.

No es de extrañar que el famoso personaje de Lewis Carroll en “Alicia en el país de las maravillas” pudiera tener esta enfermedad que gracias a la intoxicación de mercurio constituía un gran riesgo laboral para la época.

En LuxStyle Consulting, somos unos apasionados de la moda y su historia, ya que todos los movimientos políticos y socioculturales vienen acompañados de un cambio en los estándares en la indumentaria. Con todo lo que estamos viviendo en los últimos años estaremos muy atentos a las tendencias de este cambio de era.

Juan Borges.

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